INDICE
La
educación y la escuela lasallista en Francia en el siglo XVII
Hno. León Lauraire, Francia
Presentación:
El
presente trabajo, preparado por el hermano francés León
Lauraire, para la SIEL (Sesión Internacional de Estudios
Lasallista) e impartido en noviembre de 1998, busca ubicarnos en
el ambiente donde nació la escuela lasallista: la sociedad
francesa del siglo XVII, época de grandes diferencias sociales,
donde gobernaba Luis XIV; con un sistema educativo bien organizado
en la educación media y superior de las clases altas. Por lo que
De La Salle y los primeros hermanos apuntan a:
“a
establecer escuelas gratuitas, abiertas a quienes la pobreza excluía
de las escuelas que funcionan por interés; por otra parte, a
encontrar el secreto de atraer a ellas a la multitud,
multiplicando y haciéndolas florecientes, instituyendo una compañía
de personas formadas para dirigir bien las escuelas; finalmente, a
ingeniárselas de tal modo que, en estas escuelas, la doctrina
cristiana se enseñe con celo, edificación y éxito: de esta
manera De La Salle trabaja por facilitar los medios de salvación
a la juventud pobre y abandonada”
Anunciar el Evangelio a los Pobres
Además
es necesario señalar que existe en ese siglo en Francia, un
fuerte movimiento de renovación eclesial, catequética y
educativa, en el cual De La Salle se inspira:
“Dios
solo crea de la nada, argumenta Rigault, los inventores humanos
encuentran más o menos preparados los materiales, los cuadros...
Una nueva disposición produce efectos inesperados, maravillosos.
De La Salle parecía llegar tarde en un siglo en el que parecía
que todo estaba hecho. Las escuelas elementales se multiplican en
Francia, él
añade las suyas. Pero las suyas se convierten en modelos
para las otras” Rigault.
Pues
De La Salle y los primeros hermanos renuevan la escuela en varias
direcciones:
“...las
transformaciones pedagógicas introducidas por La Salle nacen
espontáneamente del interés por los niños y del cuidado por que
su paso, frecuentemente breve, por la escuela, les sea útil para
la vida. El niño se convierte realmente en el centro de interés
de los educadores. A partir de la voluntad de llegar a él y
servirlo, La Salle y sus Hermanos reformarán la escuela en una
triple dirección. En un mundo, en que la escuela existente estaba
estancada, sin interés por los jóvenes de las clases populares,
por encerrarse en su propia rutina en vez de interesarse por
ellos, supieron hacer más racional, más activa, más viva la
pedagogía; una escuela inhumana, temida y frecuentemente
denunciada como prisión fundada en el temor y el castigo, fue
substituida por una comunidad humana inspirada por el amor;
finalmente, organizaron todo en la escuela, de tal manera, que
prepara a los jóvenes a su existencia real”
Anunciar el Evangelio a los Pobres, pág. 221.
Fruto
de todo esto es la Guía de las Escuelas es la obra pedagógica de un grupo de educadores cristianos con la
paternidad indiscutible de La Salle aunque aparece sin nombre de
autor en Avignon, 1720, con la dedicatoria de los hermanos.
De
La Salle tomó la decisión de renovar la escuela; con los
primeros maestros desde los primeros reglamentos que organizaban
su vida y los encuentros al finalizar las clases y los domingos
con intercambios y soluciones a las dificultades de cada día en
la clase son el contexto y el origen de una obra sistematizada posteriormente
En
el prefacio introductorio de la Guía de 1720, el hermano Timoteo,
Superior General, precisa esta autoría:
“Esta
Guía se ha redactado en forma de reglamento sólo después de numerosos
intercambios con los Hermanos del Instituto, más veteranos y
mejor capacitados para dar bien clase; y después
de la experiencia varios
años, no se ha incluído en ella nada que no haya sido bien
acordado y probado, cuyas
ventajas e inconvenientes no se hayan ponderado, y de los que no
se hayan previsto, en la medida de lo posible, los errores o las
malas consecuencias”.
Todo
este proceso le hace decir a Rigault:
“Del
mismo modo que la Guía supo libar de las teorías pedagógicas
cuanto convenía para una formación rápida y sólida de las
clases populares, para una elemental formación intelectual y la
necesaria educación cristiana, así también los hijos de La
Salle han extraído de la Guía los más fecundos valores psicológicos
y sobrenaturales”,
sin duda, guiados por la visión unitaria de su vida, que De La Salle imprime en todos sus
escritos.
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